La última cena

El motivo era celebrar la Pascua. Lo que había empezado como un festín, se transforma en un momento especial, los gestos y las noticias se suceden: esta es la escena que representa en la última cena el gran Leonardo da Vinci, que con gran agudeza transmite el drama de los discípulos cuando Jesús anuncia la traición de uno de los presentes. La conmoción se hace notar en el dinamismo de los personajes que reaccionan enérgicamente ante el anuncio.

Pienso en cada uno y en sus rostros hay todo tipo de emociones: miedo, indignación o pena.

La atmósfera que era tan relajada, se vuelve solemne y silenciosa. En cierto sentido, es la expresión única e irrepetible del hombre ante lo divino.

La muerte …

La idea de la muerte y de que algún día seré polvo, dimensiona lo que creo importante que pierde relevancia y significado en una escala cósmica. La muerte, tal vez resultado de mis hábitos y de mi forma de vivir el mundo, me hace en cierto grado responsable y entonces busco poner sentido a lo que racionalmente no lo tiene. A través de mi quehacer artístico, logro separarme de mi cotidianidad y me introduzco en la muerte que está en todas partes: en los cadáveres de las mujeres violentadas y desaparecidas, de los migrantes y la de los enfermos que no tienen derecho a la salud. Una ola de terror trastoca entonces esa familiaridad entre trágica e irónica con el trance del fallecimiento y el trato humorístico con lo macabro. Frente al crimen, la violencia y la enfermedad, esa muerte que dicen, celebramos con un tinte festivo y mordaz ahora parece absurda. Sólo merece unas flores a manera de ofrenda.

Blake fue un revolucionario innovador que ridiculizó sin piedad la religión dogmática y se rebeló contra las convenciones tanto en arte como en política. La visionaria obra de Blake rompe las barreras entre cuerpo y psique, imaginación artística y pensamiento racional, metáfora y concepto.

Mostró el restablecimiento de la unión de pares opuestos aparentemente irreconciliables. La atracción y la repulsión, la razón, la energía, el amor y el odio que son necesarios para la vida.

De estos contrarios nacen el bien y el mal que están unidos (matrimonio) sin perder sus características individuales y sin fusionarse nunca. El bien como el elemento pasivo que obedece a la razón y el mal como el activo que tiene su fuente en la energía, que es vida.

Esta tensión entre el conocimiento interior, como fenómeno emergente de lo corporal puesto de manifiesto por las corrientes espirituales de todos los tiempos, y el conocimiento objetivo del mundo exterior inducido por la metodología científica, es lo que define uno de los conflictos aún no resueltos de la modernidad, que todavía no ha sabido convertir los opuestos en complementarios.

De aquí la idea de “Danza” donde pretendo hacer una libre interpretación del poema y de las imágenes que ilustran el Matrimonio entre el cielo y el infierno, y encontrar una manera personal de adecuarlo al momento que nos toca vivir.